Pensó que había atrapado a un hombre siendo infiel y lo publicó en TikTok

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Nadie está a salvo. Ni en una cafetería, ni en un tren, ni en un avión.

Sin querer y sin tu consentimiento, en cualquier momento puedes convertirte en el protagonista del día en las redes sociales, y no de uno de los buenos.

Este fue el caso de dos personas esta semana, cuando una mujer publicó varios videos en TikTok de un hombre y una mujer en un vuelo de Houston a Nueva York, afirmando que tenían una aventura y llamándolos por sus nombres. (Los videos han sido borrados desde entonces).

Según ella, el hombre llevaba un anillo de casado mientras coqueteaban y bebían durante el vuelo. Dijo que hablaban en voz tan alta que pudo oír sus nombres de pila, los cuales incluyó en el pie de foto del video. En uno de los videos, incluyó una imagen de los asientos vacíos de la pareja. “Se estaban besando y han acabado en el baño”, escribió en el pie de foto.

Algunos usuarios de TikTok aplaudieron a la autora, dejando comentarios que la elogiaban por ayudar a otra mujer a conocer lo que creían que era la verdad sobre su marido. Otros se mostraron más escépticos y muchos criticaron lo que parecía ser una tendencia creciente en el uso de las redes sociales.

“Todos nosotros no solo estamos siendo sometidos a un microscopio de alta potencia a través de estas diferentes plataformas”, dijo Brooke Erin Duffy, profesora asociada de comunicaciones en la Universidad de Cornell, quien investiga las redes sociales. “También estamos dirigiendo la cámara hacia otras personas, ya que no solo explotamos nuestras propias vidas en busca de contenidos, sino también las de quienes nos rodean”.

Tamika Turner, creadora de contenidos en Brooklyn, publicó una respuesta al video del avión en TikTok, criticando a quienes vitoreaban los videos y escarbaban en busca de detalles personales sobre el hombre y su familia.

“Tu única lealtad es a tu propio entretenimiento”, dijo Turner, de 31 años, en el video, dirigiéndose a muchos de los usuarios de TikTok que describieron la furtiva grabación como un acto de feminismo.

En los últimos años, las redes sociales han sacado a relucir el detective que llevan dentro. Usuarios comunes han ayudado a encontrar mascotas desaparecidas y han utilizado grupos de Facebook como ¿Salimos con el mismo chico? para recabar información sobre sus pretendientes. También han hecho de detectives aficionados en casos de homicidio, como la muerte en 2021 de Gabrielle Petito, y han pedido a su público que opinen sobre la vida de desconocidos. Algunos dicen que hay una delgada línea entre la búsqueda de rendición de cuentas y el vigilantismo, y que monitorear el comportamiento de los demás en internet crea una atmósfera en la que muchos pueden temer que se les vigile constantemente.

Duffy llamó a este fenómeno “vigilancia imaginada”, la sensación de que cualquier cosa que hagas en cualquier momento, por benigna que sea, puede ser grabada y utilizada en tu contra. “Se han desvanecido muchos de los límites entre lo personal y lo profesional, entre lo célebre y lo ordinario”, dijo, señalando que algunos usuarios parecían olvidar que los sujetos de estos videos eran personas reales.

En una entrevista telefónica, Turner se preguntó si algunos usuarios de las redes sociales estaban utilizando la llamada búsqueda de rendición de cuentas como excusa para fines más siniestros.

“Creo que la gente utiliza el lenguaje de la rendición de cuentas cuando lo que quiere decir es vigilancia y castigo”, dijo Turner. “¿Somos responsables ante las personas a las que hemos perjudicado, o somos responsables ante internet en general?”.

En 2022, en pleno auge de la alarma en torno a la viruela del mono, una enfermedad viral que puede provocar una dolorosa erupción cutánea, Lilly Simon fue filmada subrepticiamente mientras viajaba en el metro de Nueva York. Simon padece neurofibromatosis tipo 1, una condición genética que provoca el crecimiento de tumores en las terminaciones nerviosas. La persona que la grabó publicó el video en internet y acusó a Simon de tener viruela del mono. Los comentarios en el video ahora eliminado iban desde la preocupación hasta las amenazas de violencia.

En 2018, una mujer en un vuelo tuiteó en vivo las interacciones entre un hombre y una mujer sentada cerca de ella, usando la etiqueta #PlaneBae para relatar lo que ella creía que era un primer encuentro romántico. (Incluso incluyó fotos, con las caras difuminadas).

La historia de la pareja acabó llegando al programa Today. El hombre, exfutbolista profesional, apareció en el programa, ofreciendo tímidamente detalles sobre la experiencia y añadiendo que planeaba volver a encontrarse con su compañera de asiento en breve. La mujer no accedió a la entrevista.

Este tipo de clips casi nunca ofrecen la historia completa, pero tienden a difundirse rápidamente por internet, como resultado de una economía de la atención en la que los contenidos exasperantes son a menudo una vía rápida hacia la recompensa algorítmica.

“Creo que el deseo de generar participación y causar reacciones es moralmente neutro, pero algunos creadores lo consiguen construyendo una comunidad y otros mediante la conmoción y la indignación”, dijo Turner, la creadora de contenidos.

“Existe un ciclo en el que alguien publica contenidos y, si consigue esas reacciones y esa participación y el contenido es negativo, seguirá haciendo contenidos negativos”, continuó. “Van a seguir sintiendo ese ciclo para alimentar a la bestia”.

Madison Malone Kircher es una reportera del Times que cubre la cultura de internet. Más de Madison Malone Kircher


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